En esta semana estuve pensando en algo y quería compartirlo con ustedes.
Muchas veces nos sucede que estamos en medio de un problema, un proceso, una prueba o como quieras llamarlo y nuestro refugio... ¿Quién es en ese momento? Obviamente, Dios. (O al menos eso es lo que quiero pensar)
Mientras transcurre ese proceso, esa prueba, estamos todo el tiempo en oración, con desesperación esperando a que Dios nos guíe, nos hable , nos aliente, nos levante, nos calme, nos de paz. Nos sentimos llenos de Dios, sentimos que Dios nos escucha, que está con nosotros, que cada día nos habla cosas diferentes con respecto a la situación que estamos pasando.
Pero el problema ocurre cuando empezamos a pasar ese proceso, esa prueba, y empezamos a vivir nuestra vida como antes, empezamos a ENTIBIARNOS y NO. Eso es lo contrario a lo que tenemos que hacer, tenemos que seguir como estábamos, orando, adorando, ayunando, no volver a lo que éramos antes.
Si buscamos en la Biblia, en Apocalipsis 3:16 nos vamos a encontrar con que Dios no le agradan aquellos que no se deciden en cuanto a su vida, en cuanto a nuestra relación con Dios. Hablamos de la TIBIEZA... O eres frio o eres caliente, pero tibio nunca. Dios no le gusta saber que terminamos haciendo las cosas a medias, que no estás del todo comprometido con lo que Él realmente quiere hacer con tu vida. Estás fuera de Él o estás dentro de Él. No hay una opción media, no hay tibios.
Cuando Dios no mete en un proceso es para que nuestro espíritu se fortalezca y sea transformado, lo que estaba mal en nosotros en ese momento es quitado.
Entonces, lo que no tenemos hacer es vivir como lo estábamos haciendo antes de entrar al proceso, porque para eso sirve dicho proceso... Para que cambiemos nuestra forma de vida, nuestra forma de ver las cosas, nuestros pensamientos y vocabulario, si estábamos haciendo las cosas mal, pedimos perdón a Dios y volvemos al camino, las cosas de este mundo que nos afectaba ya no nos afecta, nuestro carácter es renovado, madurez espiritual es lo que viene junto con la transformación. Y es ahí cuando nuestro espíritu ya no está en el mismo nivel en el que estaba antes.
No dejemos de tener INTIMIDAD con Dios, sabemos que todo está bien, pero es necesario seguir en conexión con Dios, porque a pesar de que ya pasó el proceso otro viene en camino y nosotros, nuestro espíritu tiene que estar preparado para poder pasar a la siguiente ronda.
A parte, al estar en contacto todo el tiempo con Dios, en una relación vertical de Padre a Hijo y de Hijo a Padre, cosas te serán reveladas, porque persististe, porque estás atento esperando a lo que el Padre puede llegar a decirte. Él quiere eso, que estés presente para que pueda darte tu propósito o tu misión del día y que mediante el cumplimiento de ese propósito o tu misión Él pueda glorificarse en la vida de los demás y obvio, en tu vida.
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