En principio pensaba hacer una canción, pero nada me venía a la cabeza. Estaba en blanco.
Entonces, dejándome llevar empecé a redactar un poco mi encuentro con Dios y una charla que marcó el principio marcó esta página.
Cuando escucho el sonido de tu voz llamándome, mi corazón tiembla y no puedo controlarlo, cuando te encuentro, siento la plenitud rodeándome de inmediato.
Entonces sonrío y me acurruco en tus brazos, como una niña en los brazos de su Padre, de repente me inunda una seguridad y una sensación de bienestar.
En esa paz que el mundo no la da, empiezas a transformar esas pequeñas "cosas" que no son de ti y la libertad empieza hacerse presente. En ese momento donde tú das y yo doy, donde tú tomas y yo tomo. Es una relación.
Pero llega un momento en el que necesito más, pero no es una necesidad común, es hambre y sed de algo que no sé con qué compararla.
¿Qué más puedes darme? Lo que sea lo acepto.
Pero luego escucho que me dice: ¿Estás dispuesta a aceptar todo lo que tengo para darte? Todo tiene su peso, su riesgo, su consecuencia.
Decisiones.
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